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Foto del escritorMercedes Izquierdo

El lobo en el bestiario románico: Apolo en nuestros templos.


En la imaginería románica, el lobo era una criatura iniciatica para los gremios de constructores. Para el pueblo llano, era un elemento maligno, voraz, y en caso de ser loba concuspicente. Como todos los simbolos, tiene un valor ambivalente y en este post vamos a ahondar en la esencia del simbolo del lobo.



En las regiones septentrionales de Europa, particularmente en las tradiciones de los países costeros del Mar de Noruega, decía Pallu de Bellay, el lobo era un ser positivo. Era un genio solar, a quien se le tenía consagrada la constelación de la Osa Mayor. Es decir el Carro, una de las constelaciones que sirven a los marinos para orientarse.



Ya en la prehistoria este animal fascinó a nuestros antepasados y fue pintado en cuevas. En la segunda sala de Altamira, encontramos al lobo representado junto a otros animales y en Valltorta, también podemos verlo, por citar unos ejemplos. Ya en aquella época tuvo que fascinar ese aspecto feroz (satánico) y de protector de su clan.



Lo curioso del simbolismo del lobo, es que es precisamente en la noche, en la oscuridad donde es símbolo de luz. Y este simbolismo es compartido por nordicos y griegos (Apolo Licio). También en el mundo celtico, el lobo tenía simbolismo luminoso, y era el compañero fiel del dios Lug, aunque según las zonas era el lince.

En Irlanda, se le designaba con la palabra “faol”, que es la misma que se usaba en gaélico para perro. Y en bretón es “bleiz”, palabra cuya raiz vemos en ” Blois” o “San Blas”.

Este simbolismo solar tambien se da entre los mongoles, y cuentan que era el ancestro del mismisimo Gengis Khan. Para los chinos, el lobo, era la estrella Sirio, que es el guardían del Palacio Celestial ( la Osa Mayor).

Además de este simbolismo celeste y solar, el lobo tiene un simbolismo polar, y siempre se le atribuye al lobo el norte. Y es curioso que los japoneses invocaban al lobo para protegerse de las otras bestias. Siempre ha sido un animal valorado en todas las culturas para bien o para mal por su fuerza y furor.

Pero no todo es positivo, el lobo es uno de los obstáculos que se encuentra el peregrino a la Meca y la loba se puso en el camino de Dante, donde toma la forma de la Bestia Apocaliptica. Para los hindues tambien posee un simbolismo siniestro: el lobo sería voraz y la loba representaría lo sensual y la pasión sin medida.


 Al “Zeus Lykaios”, tomaba forma de lobo  y se le sacrificaban seres humanos como parte de la magia agricola para acabar con las sequías y plagas, de esta forma el dios fertilizaba los campos con la lluvia y dirigía los vientos. En la leyenda arcadia de Licaón, Zeus, metamorfoséo a este y su hijo en castigo por un asesinato que fue la causa del diluvio de Deucalion.

Apolo, en un momento dado se asoció al “lukos griego”, “canis lupus” de los latinos. “Lukos”, es el origen de la palabra “luké”, que equivale a la luz del alba, “a la prima lux ante solis ortum”.

Según cuenta la leyenda todos los años, Apolo el dios del Sol, las Artes, y la Belleza, abandonaba la Helade, para irse siguiendo a los cisnes a una región lejana llamada hiperborea. Esa región estaba más allá de los lugares fríos y nieves. Allí siempre era primavera y sus habitantes eran serenos y de gran dulzura, además de hospitalarios. Y de esta forma cada otoño, Apolo peregrinaba a las tierras  hiperboreas, donde tenía que encontrar  las dos familias de animales que el Norte le tenía consagrado, es decir, los cisnes y los lobos. Los griegos decían además que cuando la madre de Apolo estaba embarazada, se le apareció un lobo y por eso la esencia del animal  se fundió con el alma del dios. De ahí que se dijera que Apolo era “lukogenes”, nacido del Lobo y de esta forma por toda Grecia, se veía al lobo asociado al dios Sol. En Atenas, el terreno que rodeaba al templo de Apolo, se le llamaba “liceo”, la piel de lobo. Y era precisamente en ese lugar donde los sabios, como Aristoteles, enseñaban la sabiduría a sus discípulos.

Ahora ya podemos ir viendo la fascinación de los maestros canteros por el lobo.

En Argos, un lobo decantó en favor de Danaus, la soberanía de la ciudad y por eso en la ciudad tenían una estatua de un lobo y en la “Lukeios agora”, o plaza del Lobo, y las monedas de la ciudad, llevaban la imagen de aquel lobo.

En Sicione, el oráculo de Apolo había dado a los pastores la forma de que los lobos no atacaran sus rebaños. En la Arcadia, se celebraban las “Likaias” en honor de Apolo, donde se mostraban la cara solar y la cara feroz del lobo, según se fuera “profanum vulgus” o “Mercuriales viri”, es decir los iniciados. Y el lobo de la Arcadia se acabó relacionando con los jabalíes de los colegios secretos de los druidas.

La identificación del lobo con el Sol, es áun más antigua, ya que en Licopolis, era el nombre de una ciudad de la Tebaida donde se rendia culto al Sol. El Apolo celta, beleno, procede de “bleiz”, lobo.

Las fauces del lobo dicen las mitologías nordicas que en los últimos días del mundo, devoraran al Sol.

Los ojos chispeantes del lobo en la noche, hicieron que los griegos llamaran “lycophtalmos” , (ojo de lobo) a una variedad muy brillante de ágata. Y “licopodio” ( pie de lobo), era el nombre que se le daba a un musgo altamente inflamable que la farmacopea medieval llamaba, “azufre vegetal” el cual aún se usa en ceremonias masonicas o hasta hace poco para efectos especiales en los teatros. La marca del lobo, también fue usada por algunos de los mejores armeros europeos.

A los lobos blancos se les asoció con la magia, eran sobrenaturales y es que eran tan raros como los mirlos blancos, al contrario que en América que es una variedad común.

Pues bien, si el lobo estaba asociado a Apolo, el dios Sol, y este fue asimilado en simbolos  e iconografía con Cristo (Sol Invictus o Sol de Justicia) y zobre todo en los pueblos nordicos antes de la reforma luterana, el lobo fue un emblema de Cristo. Y es que el lobo es un enemigo nato de reptiles, y no es raro verle cazar lagartos y serpientes y alimentarse de ellos. De ahí que el lobo en el norte de Europa fue considerado el enemigo de Satán, igual que Cristo. Pero poco a poco, el lobo fue haciendose malevolo, y perdió la esencia de su simbolismo en Occidente, para terminar siendo representante de pecados capitales, como la ira o la gula, y se convirtió en emblema de Satán porque este se disfrazaba con piel de cordero para extraviar las almas cristianas.

Y así perdió su papel de psicopompo… y de cabaldura de Odin,  y de compañero de Apolo.

A mi particularmente me llama mucho la atención que sea un simbolo solar, cuando en nuestro inconsciente colectivo tenemos grabada la imagen del lobo que aulla a la Luna. Investigué el tema… y para mi sorpresa “existen claves matematicas que unen a Apolo con Artemisa, con la relación matematica que existe entre la luz solar y la luz lunar. El nombre-numero de Apolo en relacion con el de Artemisa,  nos da la proporción matemática fi, el Numero de Oro. La Divina Proporción…” sigo uniendo piezas del rompecabezas de porque el lobo atraía a los Constructores.

Apolo y los lobos… los nombres de Apolo:

Febo significa luminoso, brillante; Delio, claro; Plutón, abundante; Aidoneo, invisible; Faneo, lúcido; Teorio, observador; Pitio, indagador, por ser un dios-serpiente; Ismenio, conocedor; Lesquenorio, conversador; Ameibo, el cambiante, porque la luz del Logos-Sol asume toda la forma de la naturaleza. Precisamente en relación con este nombre se le llama constructor de murallas, lo que refuerza el significado anterior, o sea, el constructor de formas. Incenso, que significa el que inflama. Epibateiros, el que favorece el regreso, pues como símbolo de la unidad hace que todos los caminos converjan en él; por eso dice el Himno Órfico a Apolo: …tuyo es el principio y el final que tenga que acontecer… Alexíkako, el que aleja los males. Kerdóo, el poseedor. El Nomio o legislador, porque la luz otorga la medida. Esmínteo, como señor de las ratas por la relación que tienen los dardos de muerte-flechas de Apolo de la peste con las ratas y también por esotéricas relaciones de los laberintos en la tierra con el resurgir de un nuevo sol. Así por ejemplo, en Egipto se representa en papiros mágicos a la musaraña siempre en relación con signos solares y gestando al Sol.


Dicen que junto al santuario del dios en Delfos había junto al ara un lobo de bronce vigilando el tesoro del templo. Como el Anubis protector del arca sagrada. También en la Argólida Apolo envía a un lobo a combatir contra un toro. En todas estas formas de Apolo Lycio, el lobo es símbolo de luz. Pero se trata de la luz invisible, aquella que ilumina pero no se ve, la luz que protege, la luz espiritual, la luz que combate las tinieblas. Apolo Lycio es también una forma de Apolo como Pastor-Lobo, el que vigila y protege el ganado. El ganado o rebaño representa aquí a las almas humanas; por eso el viejo nombre del Pastor, Poimén, siempre en la Antigüedad es el de gobernante. El mismo Cristo, recogiendo una tradición egipcia, es el buen pastor. El rebaño celeste representa también la sabiduría oculta, y aquí el lobo es símbolo del dorado Mercurio, a quien los hierofantes prohibían nombrar, el custodio de la sabiduría secreta. En el templo de Delfos las máximas que los sabios inspirados por el dios consagraron en su pórtico nos recuerdan siempre la medida y la cordura: “Conócete a ti mismo, Nada en exceso. Sé prudente.”




En el templo de Apolo, existía una ofrenda en forma de E, al principio de madera, que luego los atenienses cambiaron por una de bronce y que Livia, la esposa de Augusto, cambió por una de oro. También en las monedas délficas de la época de Plutarco se observa una letra E como emblema de Apolo. Varias son las interpretaciones que refiere Plutarco en su obra: 1) la partícula desiderativa; 2) la conjunción que liga la causa al efecto; 3) la afirmación tú eres, dirigida como un saludo al dios; y 4) el número símbolo del universo, el cinco, matrimonio entre el primer par y el primer impar; por tanto, representante perfecto del andrógino divino.


El cinco es la letra número-símbolo de la estrella, del éter o espacio en el que navegan las barcas-estrellas. El cinco es el número entre los fenicios y entre los hebreos que simboliza la ventana o la matriz, aquella que da nacimiento o aquella que permite el pasaje al cielo. En este sentido, el cinco es el número-símbolo de la conciencia humana. En el mito egipcio vemos que las muescas que deja el hacha de Anubis en el laberinto son estrellas de cinco puntas.


Apolo Lycio, o Apolo regente de los lobos, representa a todo aquello que puede salvaguardar la conciencia humana. Es, por ejemplo, el Apolo Soranus al que rendían culto en la cumbre del monte Soraste. Cuenta la leyenda que cierto día, dispuesto el sacrificio para el dios, arrebató una manada de lobos las víctimas del altar. Los pastores que salieron en su persecución perecieron repentinamente al llegar a una caverna de donde se desprendían vapores venenosos, y desde aquel día la comarca fue devastada por la peste. El oráculo prometió salud a aquellos moradores si consentían en vivir como los lobos, de la rapiña y más allá de toda norma social. Esto nos refiere la difícil supervivencia del alma cuando las relaciones sociales y lo cotidiano sumergen el alma en la indefinición moral. Todo aquello que se halla en los umbrales de la oscuridad, oscuridad como muerte y misterios, debe encontrarse con ese lobo que narra la leyenda. Hay un componente de fuerza y misterio en estos símbolos porque nos estamos refiriendo a un Apolo que rige los límites, los umbrales y la muerte. En Esparta se aseguraban de que los adolescentes se convirtiesen en jóvenes atravesando esa pequeña muerte que permite el renacimiento. Durante tres días debían vivir como los lobos, más allá de la ley y desafiando a la muerte. Esto les permitía la inserción en el seno de la sociedad de los adultos. Eso es un eco de tradiciones mistéricas e iniciáticas de los tres días que debe pasar el Sol en el reino de la muerte, o de los tres días en que el Sol-Iniciado descendía a los infiernos y experimentaba terribles pruebas con las que adquiría su condición plena de conquistador de la sabiduría. Los rayos del sol del amanecer del tercer día ungían el alma del Iniciado, quien al sentir el beso de este Sol de Resurrección pronunciaba la frase ritual de “¡Oh, Sol, cómo me has glorificado!”.

Sin embargo, en Pausanias también aparecen referencias al Apolo matador de lobos, el Apolo Nomios o Apolo como 

Debe de ser este Apolo aquel más interno, profundo, que nos explica Ovidio en Las Metamorfosis: Yo revelo lo que ha sido, es y será. 

El Apolo invisible se convierte en el fundamento del Apolo que otorga la alegría y la bondad de corazón, aquel que ajusta los versos a la música, el conductor del coro de las musas que fue representado por el laurel. Como el laurel no envejece jamás, arde y crepita al primer contacto con el fuego, Apolo se convirtió en el símbolo de la perenne juventud, a quien los adolescentes otorgaban sus cabellos al llegar a ella. 

Y es con este Apolo como señor de la alegría, como queremos terminar este artículo con los versos de Píndaro: 

[…] Oh tú, divino Apolo, tus remedios tan llenos de salud liberan a los hombres y a las mujeres; tú nos diste la lira, y tú dispensas a tus favoritos los dones de la musa e introduces en los corazones la paz y la concordia. (1)


Creo que ese lobo de los canteros, es Apolo, el rey de Lobos, el de los cisnes, y las patas de ocas… es otra vez una clave, de la tradición universal, cuya cadena de boca a oido, nunca se rompió.

Para los chamanes en América, el lobo es un maestro espiritual y tenerlo como totem, habla de que seríamos personas con inquietudes espirituales, el totem del lobo habla de que “sirve a los que sirven”, es el totem de los que enseñan a los demás a encontrar su camino.

1: http://filosofia.nueva-acropolis.es/2013/apolo-rey-de-los-lobos/#

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