Reichel G , Dolmatoff ( 1991) Indios de Colombia. Momentos vividos y Mundos Concebidos. Editorial Carvajal S.A. Colombia
El mito escogido, es de origen colombiano propio de los indios Kogi y se expresa así:
“La Diosa Madre, quien era la única que poseía el conocimiento del arte textil, ella, autofecundada dio origen a todas las cosas. El macrocosmos, eran el mar y el cielo quienes se unieron en una cópula cósmica que era el huracán. En el mito de creación la inmensa tromba, este fenómeno periódico de la región del Caribe, apareció bajo la imagen dramática de un huso que giró estruendosamente uniendo las dos dimensiones. Fue el huso de la Madre, con el cuál ella tuerce el hilo de la vida. En el acto de creación al formarse la primera tierra firme, la madre clavó este huso gigantesco en el pico más alto de la Sierra Nevada, como un axis mundi, el centro, el árbol de la vida, la gran ceiba barrigona de cuyo vientre hinchado nacerá la humanidad. Tomando un cabo del hilo de algodón que colgó del huso, la madre trazó con él un círculo alrededor de la Sierra, delimitando así la tierra de sus hijos. Instaló luego a un número de ellos como señores de los puntos cardinales: este, oeste, norte y sur, cenit y nadir y centro. Dividió esta estructura en 9 estratos, nueve mundos, el quinto mundo, es decir el del medio, es el nuestro. Creó 9 mujeres y dio así origen a la sociedad kogi”. El hilado y el tejido son oficio de mujer, y esto, lejos de tener una connotación peyorativa, esconde profundas enseñanzas cosmogónicas, o sea que la simbólica de este arte ha sido utilizada por doquier como medio de transmisión del orden, leyes, proporciones, mundos y ámbitos del Universo. Una forma con lenguaje femenino y adaptada a su naturaleza, que aplicada convenientemente también ha constituido un soporte fundamental para el conocimiento y por tanto la realización espiritual de muchas hembras, y aún lo es hoy en día, por ejemplo en países como Guatemala, donde las mujeres siguen tejiendo en base a las enseñanzas ancestrales y reproduciendo en sus tapices y bordados el universo en pequeño Al igual que la “Pipa de la Paz” de los indios norteamericanos, traída a la tierra por la Mujer Búfalo Blanco, el huso es a la vez un símbolo sagrado y un objeto práctico. Contiene elementos femeninos y masculinos a la vez, con un disco circular con un centro en forma de “yoni” dentro del cual se ajusta un eje fálico. La pipa tiene un tallo masculino que se introduce dentro de un recipiente femenino. Hilar es continuamente recrear la armonía de masculino y femenino, es un elemento primario en el Gran Ciclo de Ana, la Tejedora de los Mundos. El huso devino más tarde en la rueca, cuya introducción aceleró y refinó la producción del hilo para tejer y coser. El arte de hilar es una potente metáfora para nuestras psiques del proceso de transformación en el viaje del alma. Hilar es pues abrir activamente una puerta metafórica hacia lo inconsciente invitando a un diálogo profundo a través de la creación del hilo.
Nuestro hermoso deber es imaginar que hay un laberinto y un hilo. Nunca daremos con el hilo; acaso lo encontraremos y lo perderemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueño, en las palabras que se llaman filosofía…
Jorge Luis Borges
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